Una bobina de inducción se utiliza en dos industrias muy diferentes para un propósito relativamente similar. En la industria automotriz, una bobina de inducción es la bobina de encendido o de chispa. Una bobina de encendido toma el voltaje de la batería del vehículo y lo amplifica a unos pocos miles de voltios. Una bujía usa ese alto voltaje para crear una chispa que quema el combustible. En el equipo industrial de calentamiento, fusión y endurecimiento, la bobina es una de las partes más importantes de un horno de inducción. Una corriente alterna y un sistema de control y temporizador computarizado hacen que un horno de inducción sea la tecnología perfecta para modificar metales.
Un conjunto de bobinas de inducción tiene dos bobinas de alambre de cobre aislado, llamadas devanados. Está hecha de tubería de cobre y típicamente se enfría con agua. Ambos extremos del devanado están conectados a una fuente de corriente alterna de alta o media frecuencia. Estas corrientes alternas causan corrientes parásitas que en realidad calientan el metal. El tamaño y la forma de la bobina dependen del tamaño y la forma de las piezas que se desean calentar.
Las piezas de tamaño pequeño necesitan una frecuencia más alta, mientras que las piezas de mayor tamaño requieren una frecuencia media. El metal que se va a fundir o endurecer se coloca dentro del núcleo hueco. El calentamiento comienza de inmediato cuando se aplica corriente a la bobina primaria. Dependiendo del grosor del material, la fusión puede ocurrir rápidamente o tomar un lapso más amplio, lo cual se relaciona por completo con la cantidad de material que necesita ser calentado o fundido. Sensores monitorean la temperatura del metal y una computadora supervisa y controla el flujo de corriente para aplicar la cantidad exacta de corriente necesaria para calentar el metal a la temperatura exacta para endurecerlo, calentarlo o fundirlo.